¿De dónde salieron esas firmas?
Martes, 30 de octubre de 2012 | 4:30 am
Lo sucedido en La Parada-Gamarra debería terminar de convencer al
público de que no tendría el menor sentido revocar a Susana Villarán.
Importantes partidos y políticos han empezado a poner en claro que no
tienen la menor intención de votar contra Villarán llegado el caso. No
es villaranismo, es apoyo a la Municipalidad de Lima.
La gestión actual no ha cometido una sola de las cosas que justificarían una revocación. Argumento que bastaría por sí solo para descalificar a los revocadores. Pero luego está el hecho de que la revocación bloquearía, en algunos casos de manera definitiva, reformas indispensables que se encuentran en marcha.
Probablemente lo que más animó a los recogedores de firmas fue la baja aprobación de Villarán desde el inicio de su mandato. Nunca sabremos si contaron con que detrás de su negocio político vendrían los intereses creados del transporte y las mafias enquistadas en los alimentos. Pero la alianza de facto se ha producido, con los resultados que hemos visto.
Lo que viene sucediendo ha sacado a la luz que sostener a Villarán es indispensable para avanzar en el ordenamiento de la ciudad. No nos referimos solo a los vistosos desmanes de estos días. Los ocho paros del transporte y otras manifestaciones de abierta rebeldía contra el municipio son elocuentes señales de alerta.
Lo que vale para Villarán valdría para cualquier otra gestión municipal razonablemente seria, en Lima. Aún no se ha hecho, que sepamos, el estudio de los efectos de las revocaciones en ciudades menores del interior. Sería útil tener una encuesta sobre cuántos están satisfechos con las consecuencias de los cambios producidos.
¿Significa esto que la posibilidad de revocar debe ser eliminada? No necesariamente. Pero el acopio de firmas por sí solo no puede ser la justificación y la puerta a una consulta electoral. Pues este acopio de por sí aparece como una crítica a la autoridad que se quiere revocar, colocándola en evidente desventaja.
De otra parte, al no haber exigencias de transparencia en el financiamiento del acopio de firmas, cualquier tipo de interés puede sumarse a la yunza. De modo que aun en esos casos en que la reunión de firmas no se complete, bastan las ya acopiadas, o la promesa de empezar a juntarlas, para empezar el chantaje a la autoridad.
Siempre quedará la sospecha de que Gregorio Santos se empezó a mover contra Conga aterrorizado por la amenaza de que sectores más radicales empezarían a mover la campaña por su revocación. ¿Cuántos casos de estos se han producido en estos años? Un recurso democrático ha terminado siendo usado de comba contra la institucionalidad democrática.
La gestión actual no ha cometido una sola de las cosas que justificarían una revocación. Argumento que bastaría por sí solo para descalificar a los revocadores. Pero luego está el hecho de que la revocación bloquearía, en algunos casos de manera definitiva, reformas indispensables que se encuentran en marcha.
Probablemente lo que más animó a los recogedores de firmas fue la baja aprobación de Villarán desde el inicio de su mandato. Nunca sabremos si contaron con que detrás de su negocio político vendrían los intereses creados del transporte y las mafias enquistadas en los alimentos. Pero la alianza de facto se ha producido, con los resultados que hemos visto.
Lo que viene sucediendo ha sacado a la luz que sostener a Villarán es indispensable para avanzar en el ordenamiento de la ciudad. No nos referimos solo a los vistosos desmanes de estos días. Los ocho paros del transporte y otras manifestaciones de abierta rebeldía contra el municipio son elocuentes señales de alerta.
Lo que vale para Villarán valdría para cualquier otra gestión municipal razonablemente seria, en Lima. Aún no se ha hecho, que sepamos, el estudio de los efectos de las revocaciones en ciudades menores del interior. Sería útil tener una encuesta sobre cuántos están satisfechos con las consecuencias de los cambios producidos.
¿Significa esto que la posibilidad de revocar debe ser eliminada? No necesariamente. Pero el acopio de firmas por sí solo no puede ser la justificación y la puerta a una consulta electoral. Pues este acopio de por sí aparece como una crítica a la autoridad que se quiere revocar, colocándola en evidente desventaja.
De otra parte, al no haber exigencias de transparencia en el financiamiento del acopio de firmas, cualquier tipo de interés puede sumarse a la yunza. De modo que aun en esos casos en que la reunión de firmas no se complete, bastan las ya acopiadas, o la promesa de empezar a juntarlas, para empezar el chantaje a la autoridad.
Siempre quedará la sospecha de que Gregorio Santos se empezó a mover contra Conga aterrorizado por la amenaza de que sectores más radicales empezarían a mover la campaña por su revocación. ¿Cuántos casos de estos se han producido en estos años? Un recurso democrático ha terminado siendo usado de comba contra la institucionalidad democrática.
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