Keiko Fujimori y su pandilla: demonios del pasado
Es cierto que el proceso de elaboración de las listas al congreso ha estado plagado de dudas y cuestionamientos en todos y cada uno de los partidos y movimientos que hoy compiten. Sin embargo, han sido las listas por Lima las que mayor enfrentamiento interno han generado en cada agrupación.
Luego de analizar brevemente la conformación de las mismas de modo general, y encontrar que en todas ellas, sin excepción alguna, la calidad de los postulantes deja muchísimo que desear, ya sea por la escasa formación política y académica de los postulantes, por los cuestionamientos en torno a su trayectoria democrática o por los vínculos de algunos, no de todos, eso es preciso afirmar, con personajes oscuros vinculados a la corrupción, o que por lo menos, siembran la duda en el elector en torno a la integridad y honestidad de los ahora candidatos, no cabe la menor duda que en esta competencia tácita que al parecer han aceptado firmar todas las tiendas políticas de ofrecer a la ciudadanía la lista más impresentable de otorongos que el elector pueda imaginar, la hija del dictador, la señora keiko Fujimori, se lleva el primer lugar de la contienda por muchos cuerpos de ventaja, yo diría por goleada. Revisemos.
Algunos analistas han venido señalando a lo largo de los años que el partido de la señora Keiko Fujimori, no es sino la fachada legal de un proyecto personal o familiar que pretende hacer de los Fujimori una especie de clan que busca afincarse a perpetuidad en el Estado, ya sea en cargo, de presidente, como ocurrió con el dictador, o congresista, como ha sido el caso de la señora Keiko o el hermano del dictador, el señor Santiago Fujimori. Para negar todo ello, Keiko ha señalado muchas veces que eso no es así, que su “amor por el puro es puro y sincero”, y que es esa, y no otra, la razón que motiva su legítima aspiración de llegar a la presidencia de nuestro país. Sin embargo, y como para hacernos recordar que la coherencia en la candidata no es una de sus cualidades más preclaras, a ella y a la sarta de oligofrénicos que componen su disparatada comparsa, no se les ocurrió mejor idea que otorgarle a Kenyi, el menor de los hijos del dictador, el número 3 en la lista congresal.
Siendo ello así, la pregunta en todo caso es la siguiente ¿Cuál es el mérito, personal, académico, político, profesional, o de algún otro tipo que exhibe el hermanito menor de Keiko para ser premiado con tremendo numerito?
La respuesta es una sola, y se resume en una sola palabra, NINGUNO. Entonces, a los ciudadanos, sólo nos queda especular. Kenyi, diría yo, se ha ganado su lugar en la lista por cuatro razones fundamentales: por su talento para repartir calendarios con la tofo de su hermanita, por su esfuerzo por aparecer como un bravucón al momento de defender la inocencia de su padre, esfuerzo inútil si uno recuerda la imitación de Carlitos Álvarez, por su habilidad para entretener a los perros, basta recordar los videos en los cuales mostraba su amor por los animalitos que ladran, y por sobre todas las cosas, el mérito de Kenyi, la razón que lo hace acreedor a este premio es:
su apellido. Así es señores, y no nos hagamos los tontos, así como Keiko explotó la figura de su padre, y le sacó el jugo al apellido del dictador, Kenyi, en esta oportunidad hará lo mismo. Kenyi cree que dando algunos besos y abrazos por aquí y por allá, dando algunos bailecitos en cuanto asentamiento humano visite, el día de las elecciones logrará su objetivo. Lo triste señores es que a pesar de las críticas los peruanos tendremos que soplarnos la cara de Kenyi durante cinco largos años. Se imaginan a Kenyi discutiendo temas vinculados a la reforma constitucional con la fluidez oral y su atildado verbo que lo caracteriza, esas intervenciones serán de antología. Yo les doy un consejo, esas imágenes solo serán digeribles con una buena dosis de limonada Markos, el mejor purgante que conozco.
Pero como las cosas en el Perú siempre pueden estar peor, a la figura de Kenyi, se suman la de tres políticos con “amplia experiencia”, con una brillante formación política, con una hoja de vida que a todos los peruanos nos debe brindar garantía de excelencia y calidad en la labor parlamentaria A estos “notables” personajes los mencionaré uno a uno.
Con el número 6, Gian Carlo Vacchelli, más conocido con el apelativo de “el angelito del 11”. No tengo nada personal contra Gian Carlo, creo que es un tipo honesto y bien intencionado, demasiado diría yo.
En el pasado, dejó que el siempre desatinado y homofóbico Ricardo Belmont explotará su condición de persona con capacidades limitadas, luego de haberse hecho conocido por participar en un programa concurso en donde el tema central eran los mundiales de fútbol. Ahora vuelve a caer en el error, y le da la oportunidad a Keiko de aparecer ante la multitud, como la santa patrona de las personas con discapacidad en este país. Gian Carlo, hermano, por qué no le preguntas a Keiko si durante estos 5 años, ella o alguien de su grupo parlamentario presentaron algún proyecto de ley en este tema, y cuál fue el destino del mismo. La respuesta ya la conoces.
Con el número 8, Julio Gagó, un señor de bigote ridículo al cual vemos aparecer luego de la media noche en nuestras pantallas de T.V, siempre promocionado el lucrativo negocio que lo ha convertido en un candidato estrella para Keiko. Se dice que más allá del talento televisivo, y el poder comunicacional y de convencimiento que este “vendedor de fotocopiadoras” tiene, su verdadera habilidad es la de colaborar “desinteresadamente”, con algún que otro donativo económico a la campaña de Keiko. Dicho de otro modo, el señor Gagó se hizo del número 8, no gracias a su formación personal, ni a su reconocida capacidad legislativa o sus años de trabajo político, o su recién descubierta ideología fujimorista, el señor Gagó tiene el número 8, pues tiene una billetera tan gorda que no le cabe en el pantalón.
Con el número diez, es el turno de presentar, a la ex capitana de la selección de vóley de nuestro país, la distinguida Leyla Chihuán. Repito lo dicho anteriormente al hacer referencia al “angelito”, no tengo nada contra Leyla, es una deportista valiosa, su esfuerzo es reconocido por todos los que hemos seguidos los partidos del seleccionado patrio, pero de allí ha quererla convertir en congresista eso ya me parece un exceso. Me imagino un debate congresal en el cual ella, haciendo gala de su verbo florido y su vocabulario victoriano, no por las puras es conocida como la “boquita de caramelo del vóley” le mande un soberano carajo o un puta madre a quien esté en el uso de la palabra, y comience a gritar ¡vóley peruano, vóley peruano, 8 veces campeón sudamericano!, quiero presupuesto para la Federación de vóley, carajo. La señorita, la capitana parece haberse contagiado de estupidez. Ser congresista de la república no es un juego a cinco sets, se requiere algo más que buena voluntad y un conjunto de frases hechas y sin contenido como ¡yo no soy corrupta! o ¡yo sí trabajaré por el deporte! para desempeñar con dignidad tan importante cargo.
Pero ella no es la única, en las demás agrupaciones también se esfuerzan por contar con su voleibolista, y mejor si fue medalla de plata en Seúl. A este paso, como dijo hace algunos días el genial Heduardo: “Nuestro próximo Congreso no servirá para legislar; pero podrá ganarle un partido de vóley a cualquier Congreso del mundo”. Gracias keiko por sumarte a esta cruzada, a este paso vamos a terminar colocando una net en el medio del hemiciclo.
Y para terminar, porque sinceramente este corazón no aguanta más, como dice el vals. A los jugadores de fuste del fujimorismo, los top ten, los más más, los invencibles, o mejor dicho los incomprensibles, se los presento a continuación. Tenemos en la lista en un primer grupo a Carlos Raffo, el otrora publicista de Fujimori, ojo publicista en la época en la cual Vladimiro hacía y deshacía en Palacio de Gobierno, que no nos venga a decir ahora este minusválido mental, este guardián de burdel, porque en eso convirtió al Perú Fujimori durante sus diez años de dictadura, que nunca supo de la sarta de delitos de corrupción que se cometían desde y en el Estado. Ahora señor Raffo, explíquele al país que usted no sabía de donde provenían los fondos para la campaña millonaria de reelección de Fujimori en el 2000. A Raffo, lo acompañan Luisa Cuculiza y la doctora Martha Hildebrandt.
Las dos señoras merecen mi respeto. Uno puede discrepar políticamente con ellas, pero quiero pecar de ingenuo, y creer en su buena fe o su poca agudeza política. Ellas creyeron en Fujimori, y fueron leales hasta el final. Aunque a veces, durante los últimos años han deslindado responsabilidad en muchos temas. Lucha es joven y si se la compara con el resto de fujimoristas es de las menos nauseabundas. Pero la doctora, y esto no es una discriminación vedada, debió dar el paso al costado, para qué seguir en el Congreso, luego no se queje cuando la filman haciendo la siesta en pleno debate congresal. Los años pasan, las fuerzas no son las mismas, y ella lleva sobre los hombres ya bastantes calendarios.
Y como plato de fondo, el retorno de las superpoderosas, así las bautizaron y parece que el apelativo no les incomoda. Este tridente ofensivo, este trío de fieras, está compuesto por Martha Chávez, Luz Salgado y Carmen Lozada. Sobre ellas qué decir si tantas cosas ya se han dicho. Sólo recordar la manera infame cómo apoyaron el golpe del 5 de abril, la persecución de políticos y periodistas que no se arrodillaron frente al dictador, su complicidad con la ley de amnistía a favor de los asesinos de hombres y mujeres muertos en Barrios Altos y La Cantuta, su voto a favor de la segunda reelección de Fujimori, su concurso canallesco y su voto a favor de la destitución de los magistrados del Tribunal Constitucional por haberse atrevido a declarar inconstitucional la ley de interpretación auténtica que le permitía al dictador seguir convirtiendo al país en una cloaca por cinco años más, su apoyo a la delirante y antidemocrática idea de retirar al Perú de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, su contribución a la bajeza con la cual el régimen le quitó la nacionalidad a Baruv Ivcher, despojándolo de sus propiedades, bienes y su canal de televisión, para convertirlo en una caja de resonancia de la dictadura que bailando al ritmo del chino se sumaba a la lista de medios comprados por Fujimori y Montesinos.
Y claro está, sus afanes por defender al prófugo Fujimori, luego que aprovechando una visita presidencial al extranjero, renunciara por fax a la presidencia de la república como el peor de los cobardes. Ahora ellas dicen que ignoraban muchos de los horrores cometidos en aquel tiempo, que la culpa exclusiva es de Montesinos, que el dictador Fujimori no sabía nada. Señoras ¿Acaso creen que todos los peruanos somos estúpidos que vestimos de polo naranja?
Luego de esta breve revisión a la lista de connotados personajes que Keiko, la hija del dictador, nos ofrece en el menú congresal solo nos resta decir lo siguiente: gracias Keiko, gracias por traer a toda la pandilla Fujimori de vuelta. Gracias y mucha suerte. Ahora la cabecilla de esa banda eres tú.
Blog del autor www.agoraabierta.blogspot.com
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